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Día Mundial recientemente celebrado, busca dar a conocer esta enfermedad que genera debilidad en los músculos y fatiga, provocando, entre otras dolencias, “dificultad para masticar adecuadamente los alimentos. En etapas más avanzadas se puede presentar disfagia a alimentos líquidos y/o sólidos, dificultando la alimentación lo que puede ocasionar desnutrición y deshidratación”, explicó la profesora Ángela Sánchez.

¿Qué es la miastenia gravis?

Hace pocos días se conmemoró el Día Mundial de la Miastenia, jornada que busca dar a conocer esta enfermedad. La académica de la Escuela de Nutrición y Dietética de la UTalca, Ángela Sánchez, señaló que se trata de una dolencia “autoinmune, crónica, con predisposición genética, cuyo mecanismo patogénico es la disminución, destrucción o bloqueo de los receptores de Acetilcolina, ocasionando debilidad muscular que con el tiempo repercute en el estado general del paciente”.

A medida que avanza la enfermedad se presenta debilidad, afectando a los músculos masticatorios, faciales y lengua. “Esto genera fatiga durante las comidas y dificultad para masticar adecuadamente los alimentos. En etapas más avanzadas se puede presentar disfagia a alimentos líquidos y/o sólidos, dificultando la alimentación, lo que puede ocasionar desnutrición y deshidratación”, explicó.

Sobre la dieta que deben llevar estos pacientes, la académica de la Facultad de Ciencias de la Salud, detalló que “antes de llevar a cabo cambios en la dieta de un paciente con miastenia, es preciso valorar su estado clínico y nutricional. En pacientes con problemas de disfagia leve se debe modificar la textura de los alimentos y líquidos. Se debe incorporar alimentos que sean de fácil masticación para conseguir un mínimo esfuerzo al masticar, de textura blanda a papillas, como puré, compotas de frutas, flan, yogurt, pan molde sin orillas, puré de palta, etc.”.

Al mismo tiempo, según la profesora Sánchez “se deben evitar alimentos de alto riesgo como aquellos de consistencia dura, fibrosa o poco definida (jaleas, helados, arroz, legumbres enteras, pan tostado, cereales con leche, entre otros)”.

Sobre el consumo de líquidos, agregó que “deben ser espesados con espesantes de uso comercial instantáneo para asegurar una correcta hidratación. En caso de que la disfagia sea de mayor severidad y la alimentación por la vía oral resulte insuficiente se puede complementar con suplementos nutricionales orales (módulos o suplementos nutricionales comerciales), e incluso en casos más severos se puede llegar a requerir soporte nutricional especializado (enteral o parenteral) para evitar deterioro del estado nutricional”.

Los pacientes con miastenia, deben enfrentar otro cambio. La profesora Sánchez explicó que “el tratamiento farmacológico empleado puede generar alteraciones metabólicas nutricionales que obligan a realizar otras modificaciones en la alimentación, los anticolinesterásicos e inmunosupresores pueden generar náuseas y vómitos que requieren fraccionamiento de las comidas, disminución en los volúmenes y beber líquidos fuera de las comidas principales. Se debe evitar alimentos con alto contenido graso, condimentos y consumo a altas temperaturas. En caso de presentar diarreas, es necesario implementar una dieta sin residuos o dieta astringente”.

En este mismo sentido, el uso de corticoides a largo plazo “puede ocasionar la aparición de enfermedades crónicas como osteoporosis, diabetes, HTA, sobrepeso y obesidad, por lo que se debe realizar asesoramiento nutricional continuo, aumentar el consumo de lácteos; restringir el azúcar, grasas saturadas, sal y sodio; controlar el peso y fomentar un estilo de vida saludable que permita en lo posible la realización de la actividad física”, puntualizó la académica.

Los alimentos debieran ser nuestra medicina y
nuestra medicina debieran ser los alimentos.

Hipócrates